La propuesta busca transformar la residencia actual en un modelo innovador de unidades de convivencia, fomentando un envejecimiento activo y saludable. El diseño arquitectónico promueve la autonomía de las personas, ofreciendo distintos espacios que cada residente puede habitar de forma libre y personalizada.

Uno de los puntos clave es la rehabilitación y reapertura de las plantas 4, 5 y 6, inoperativas desde hace años. En cada nivel se habilitan 26 habitaciones individuales, organizadas en dos unidades de convivencia de 13 personas, junto con amplias zonas comunes orientadas al sur, con máxima luz natural y vistas al mar. La reforma también contempla la mejora de las plantas 1, 2 y 3, incorporando nuevos espacios comunitarios, mientras que en planta baja y sótano se llevan a cabo actuaciones para actualizar el edificio a la normativa vigente en materia de seguridad.

El proyecto apuesta por un diseño que prioriza la luminosidad, la versatilidad y la relación entre residentes: balconeras abiertas al exterior, pasillos concebidos como áreas de encuentro, habitaciones con zona de estar y recibidor que evocan un hogar. Todo ello acompañado de mobiliario ergonómico y equipamientos que refuerzan esta filosofía.

Asimismo, el personal asistencial también es tenido en cuenta, ofreciéndoles espacios de trabajo que transmitan calma, bienestar y funcionalidad, facilitando el acompañamiento y el cuidado cercano a los residentes.

En cuanto al exterior, se implementan mejoras de eficiencia energética, como el refuerzo del aislamiento térmico, la instalación de aleros de protección solar y la sustitución de carpinterías por otras de altas prestaciones, lo que no solo moderniza el edificio, sino que garantiza mayor confort y apuesta por la sostenibilidad a largo plazo.